Brasil define nuevo presidente con Lula como favorito y la incógnita de si habrá segunda vuelta
Este domingo 2 de octubre los ciudadanos brasileños irán a las urnas para elegir presidente y vicepresidente de la República, la totalidad de la Cámara de Diputados (513) y un tercio de la Cámara de Senadores (27). Aunque hay 11 candidaturas, el actual presidente Jair Bolsonaro (Partido Liberal) y el expresidente Lula da Silva (Partido de los Trabajadores) lideran la intención de voto, siendo este último el favorito en los sondeos. Un resultado donde Lula saque la mayor cantidad de votos parece seguro pero la incógnita será si alcanzará el umbral del 50% para ser electo en primera vuelta. Caso contrario habrá una segunda instancia el 30 de octubre.
Todos los sondeos de opinión sostienen que el candidato mejor posicionado es Lula con una diferencia que ronda entre el 7 y el 10 % sobre Bolsonaro. No obstante, para que el presidente sea electo es necesario que obtenga el 50% de los votos válidos (es decir los votos afirmativos a un candidato, descontando los nulos y los votos en blanco). Ninguna encuesta lo posiciona con la mitad de los votos totales pero, al restar los nulos y blancos, el escenario muta y las chances de que sea vencedor en primera vuelta crecen. Así, todo se encamina a una elección cerrada.
¿Qué poder legislativo tendrá el candidato vencedor el domingo?
La conformación final del Congreso dependerá de múltiples factores puesto que el sistema de asignación de bancas en Brasil funciona en varios niveles. Sin embargo, viendo la actual composición y sabiendo que en el Senado solo se renueva un tercio y que en Diputados se presagia un alto nivel de reelección de candidatos, se puede intuir que la futura dinámica del Congreso será similar a la de los últimos cuatro años gane quien gane la presidencia.
Así, tanto Lula como Bolsonaro deberán crear amplios consensos en un Poder Legislativo que mantendrá un alto nivel de fragmentación política. Así quien resulte ganador tendrá el desafío de construir legitimidad ante un nuevo Congreso que se proyecta altamente fragmentado y una población dividida para poder convertir sus promesas de campaña en políticas públicas.
¿Qué se pone en juego el domingo?
Puede decirse que hay dos modelos políticos y de desarrollo para el país en juego. Por un lado, Bolsonaroplantea la continuidad de su gestión que, en el plano económico, se orienta al fortalecimiento del “espíritu empresarial”, la “reducción de impuestos” y la “desburocratización”. Mientras tanto, en el plano social, propone “mantener los valores tradicionales” de Brasil: “Dios, Patria, Familia, Vida y Libertad”.
Por su parte, Lula cuestiona a la administración bolsonarista por el deterioro de los indicadores socioeconómicos y promete trabajar en la “restauración de las condiciones de vida de la mayoría de la población brasileña”. En materia económica propone “producir y consumir de forma sostenible” y “retomar la política de aumento del valor del salario mínimo para recuperar el poder adquisitivo de los trabajadores”. En materia social, promueve políticas de promoción de la igualdad racial y de protección de los derechos y territorios de los pueblos indígenas.
Una campaña marcada por el enfrentamiento
Esta contienda electoral se enmarca en un contexto atravesado por la polarización y la violencia. Incluso, Bolsonaro ha desacreditado el sistema electoral porque, a su entender, las máquinas de voto electrónico no son capaces de garantizar la transparencia de los resultados. Para paliar la desconfianza, el Tribunal Electoral habilitó a diferentes instituciones a fiscalizar las elecciones. Sin embargo, aún existen dudas respecto a la reacción que adoptará Bolsonaro ante una eventual derrota.
En suma, el resultado de las elecciones del domingo tendrá un impacto considerable no solo en Brasil sino también en el escenario regional, siendo que es el país de mayor peso económico y demográfico de Sudamérica. En política exterior los candidatos también mantienen diferencias sustantivas. Mientras la gestión bolsonarista plantea sostener un alejamiento de la región bajo la pretensión de un mayor globalismo, la integración latinoamericana ocupa un lugar central en la agenda de gestión de Lula. En conclusión, el domingo se pondrán en juego dos vertientes con ideas opuestas respecto al futuro de Brasil para los próximos años.